Jordi Cebrián y sus cuentos de 100 palabras

Jordi Cebrián y sus cuentos de 100 palabras

by Pepe Torreblanca -
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Cuentos de 100 palabras

Hace ya bastantes años que uso en clase los cuentos cortos de Jordi Cebrián (http://cienpalabras.blogspot.com.es/) como base de análisis para que los alumnos creen nuevos cuentos cortos a partir de los recursos existentes en los suyos.

Desde que los uso los cuentos de cien palabras se han puesto de moda, pero creo que este autor es, sin duda, uno de los pioneros en realizar este tipo de relatos. Por eso hoy os dejo aquí una pequeña selección de mis favortios y os recomiendo que leáis más en su blog:

Descubrir el engaño

Descubrí que todo era un engaño cuando a mi jefe se le acabaron las pilas. Al principio creí que había muerto, pero justo entonces entraba el de mantenimiento con cuatro pilas nuevas y se las cambió en un momento. Abroncó a aquel chico por haber tardado tanto y le hizo salir. Luego me miró inquieto, en lo que entendí que era miedo a verse descubierto.

- ¿No lo sabías? - me preguntó. ¿Nunca lo sospechaste?

- No, claro que no. ¿Quién más sabe que eres un robot?

Me miró sonriendo, como si mi ignorancia le divirtiera. Se acercó hasta mí, y me apagó.

El agujero

Él y su mujer fueron a vivir a la montaña hacía un par de años, y no volverían a la ciudad por nada. Una casa de madera en medio del bosque, cerca de un lago precioso, y mucho tiempo libre para dedicarlo a sus aficiones. Mientras paseaba solo, oyó unos gritos de auxilio, y corrió hacia allí. Un excursionista había caído en un agujero profundo, medio oculto entre hierbas, y no podía salir. "Espere", le dijo, "voy a buscar ayuda". Al verle llegar, su mujer vio la alegría en su rostro, y sonrió. "Otro más", dijo él, cogiendo la escopeta.

Muñecas suicidas

Compré una preciosa colección de muñecas de porcelana, con sus vestidos exquisitos, sus originales sombreros, sus rostros únicos. Las puse en fila sobre sus soportes en lo alto de una estantería, y al día siguiente vi que una de ellas había caído, destrozándose. Comprobé que las demás permanecieran estables, pero por la mañana otras dos se habían suicidado. Intenté afianzarlas con alambres, pero fue inútil. Ya sólo me quedan dos. Esta tarde, mientras las aseguraba a sus soportes, capté por un instante la mirada fugaz de una de ellas, y supe, con certeza indemostrable, que no se trataba de suicidios.

Productos de limpieza

Dos veces por semana una señora viene a hacer limpieza. Al principio, al volver del trabajo, me encontraba los dos o tres productos de limpieza que usaba. Pero veo que cada vez utiliza más líquidos y potingues: amoniaco, lejía, jabones de todo tipo, ceras, salfumanes, antipolvos, desengrasantes, antioxidos y cien botellas más con siglas extrañas que desconozco.

Temo que tanta química suelta no debe ser buena, y que algo debe quedar en el ambiente, y en lo que comemos. Pero me dicen que no, y que el hecho de que ahora mis hijos brillen en la oscuridad no está relacionado.